Si
andas por la vida dejando puertas abiertas por las dudas, nunca vas a
poder desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción.
¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? ¿a qué?, ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo
invadieron? Si podes enfrentarlos ya
y ahora, hacerlo, si no, déjalos ir, y termínalo ahí, ponerle
un punto final de una
vez. Decirte a vos mismo que no,
que no vuelvan. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque ya no encajas en
ese lugar, en ese corazón.
Y
acordarte que nada ni nadie es indispensable.
Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para
vivir porque cuando viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo
tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo
personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que
hoy te duele dejar ir. Por
eso cierra, clausura, limpia, tira, oxigena,
despréndete, sacúdete, suéltate. Y vive tu vida.